Independencia, una palabra que, de la mano con Bicentenario, pierden el sentido glorioso que las precede, ahogadas por el marketing y las ofertas de todos quienes quieren llevarse una tajada.
Pero, ¿qué significa ser independiente? Significa que tenemos la posibilidad de hacer lo que queramos con nuestro país. Para bien o para mal. Que fuimos y somos los únicos responsables del destino que construimos/construyamos para esta tierra y su gente, sin pedir opiniones ni permisos a ningún extranjero.
Es una oportunidad de oro que nuestros antepasados se ganaron y que nadie nos puede negar.
La independencia que celebramos este bicentenario es una independencia esencial: de gobierno, de monarquía, de impuestos y reglas que no eran nuestras, etc. Es la más fundamental de las independencias, la que nos permite construir las que vendrán.
¿Las que vendrán? Claro. Por ejemplo, estamos ahora inmersos en la independencia que aún no conseguimos por liberar a la educación y permitir que sea el motor social que le corresponde ser. Es una guerra que lleva años, sólo que aquí es mas difícil identificar al enemigo. No podemos dormirnos en los laureles. Debemos estar en un proceso de independencia constante. Siguen existiendo barreras invisibles de las que no nos es fácil liberarnos.
Hoy, coyunturalmente, formamos parte de un mismo país. Somos hermanos y compartimos la misma tierra. En estos 2 minutos de historia de la humanidad tenemos una frontera política común. Las nuevas generaciones tenemos el deber de pensar y desarrollar las ideas que llevarán a este país al siguiente nivel. El deber de definir, mantener y cuidar nuestra identidad. Hay que tener cuidado: los países no son para siempre.
Felicidades a quienes aman este país. ¡Y ojo que el 2018 tenemos otro bicentenario!