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Papá, ingeniero, ciudadano & aprendíz

Una idea de paraíso

Cuando era chico, no sé, 10 o 12 años quizás, ya entendía lo que significaba la muerte. Tenía curiosidad sobre lo que significaba morir. En las películas está lleno de ideas de como la muerte toma forma: el túnel de luz en el cielo, convertirse en un fantasma, ver pasar todos tus recuerdos en un instante, etc. Recuerdo que pensaba en lo que el catolicismo te promete: la vida eterna en el paraíso, el premio máximo. ¿Cómo será el paraíso? Me di cuenta de que no podría existir un lugar donde todos sean infinitamente felices porque simplemente la felicidad de unos es la desgracia de otros (prove me wrong). ¿Cómo iban a convivir esas felicidades antagónicas en un mismo lugar? No, eso no lo pensé nunca a los 12 años, pero quizás desde esa edad empecé a fraguar otra idea: ¿por qué no mejor pensar que ahora, esto, este momento y lugar es el premio máximo y que aquí y ahora es el paraíso? Eso del premio después de muerto es bastante arriesgado si lo piensas un segundo: nadie ha vuelto para confirmarnos que así sea.

Me gusta por varias razones: significa que antes, algo, alguna vez hicimos y ya nos ganamos este premio, por lo que somos de alguna forma todos ganadores, o elegidos, o especiales, o suficientemente buenos. También porque no promete nada después de muerto, es decir, te invita a la acción ya, a un espíritu YOLO: you only live once. Y por último, porque me ayuda a mirar lo que ocurre a mi alrededor como algo mas mágico. Me voy a detener en eso un minuto. ¿No es una gran coincidencia cosmológica y astrofísica que los átomos de estrellas que al final somos se hayan reunido en este tiempo y espacio para conformar todos esos seres humanos que son nuestra familia y que amamos? ¿Por qué tú existes siendo que el espermatozoide que llegó segundo a intentar fecundar el óvulo que te dio origen era tanto o mas capaz que el que llegó primero? Existir es una gran coincidencia1. Compartir la mesa en un almuerzo familiar es una demostración máxima y absoluta de que vivimos ya en el paraíso, por tener la suerte de que esa infinita coincidencia de átomos converjan en este espacio tiempo precisos en la amplitud de la vida del universo.

Finalmente, este enfoque también resuelve la muerte, porque si esto (el aquí y ahora) es el paraíso, significa que para llegar a el ya estuvimos muertos (se accede muriendo, ¿no?). Y es cierto, a falta de una mejor palabra para nombrar a los que aún no han nacido, y no me refiero a los fetos, sino, por ejemplo, a ustedes, mis tataranietos; ustedes hoy están muertos, esperando su hora para llegar aquí. Todos los vivos y que alguna vez respiramos en esta atmósfera estuvimos muertos, desde el origen del universo hasta que nacimos. La vida es una fracción insignificante de toda nuestra existencia. Vaya. Lo escribo y mas me gusta.

No tengo idea de si esta mirada es o no la correcta y francamente poco importa, mientras no exista una prueba empírica, puede y no serlo. Al final, prefiero esta forma de ver las cosas y elijo seguirla. Es una decisión al final. Una que en mi opinión invita a actuar ahora, a vivir con mayor plenitud, a disfrutar de lo bello que nos rodea, a tomar decisiones prácticas ya, para disfrutar mejor esta ventana ínfima de tiempo en nuestra existencia, esa que llamamos vida.

  1. Para el matemático que llevas dentro, 5×10⁻⁷ es la probabilidad de que un espermatozoide fecunde un óvulo: de 1 en 500 millones ↩︎

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