Maravilloso Terremoto

Nuevo Mar
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Habíamos llegado a Talcahuano la noche del Viernes 26 de Febrero. Teníamos mucho de qué actualizarnos con mis viejos, las vacaciones habían estado entretenidas y teníamos toneladas de fotos para conversar.

Las 3:00AM del Sábado ya era hora apropiada para dormir. Mas tarde mis viejos saldrían temprano a Chillán, y nos encontraríamos allá para el almuerzo. Subimos al segundo piso.

El destino nos tenía preparada una prueba de fuego antes de nuestros planes.

El ruido era ensordecedor. Imposible identificar que cosas caían y sonaban. Era constante, como un bombo, incluso con una acelerada frecuencia. Se movía todo. A los pocos segundos quedamos sin luz. Durante eternos 2 minutos siguió así, sin poder mas que protegernos, hasta que se detuvo.

Me pare a oscuras y oí a mi madre gritar. Pedí que todos se reportaran con un grito y que bajáramos a la brevedad y con cuidado. En mi cabeza nuestra casa de toda la vida estaba en el suelo, y cualquier paso en falso haría que alguien cayera al primer piso.

De alguna u otra manera, todos estábamos bien.

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Ex-Casa, no mi casa.

Bajamos. Mi padre no encontraba sus lentes y mi madre solo buscaba frazadas y abrigo para salir. Su intuición no fallaba. Afuera ya se sentían los vehículos transitar hacia la calle principal y el taco no tardo en formarse, unido a la desesperación de la gente, que ya había vivido un episodio similar, pero colectivamente en nuestras cabezas: la amenaza de un tsunami. Ahora era mas real que nunca. Los 8.8 grados eran mas que sospehosos. Solo que a esa hora no lo sabíamos, o no queríamos verlo.

Con mi viejo tratamos de mantener la calma y de esperar información oficial sobre como proceder. Nunca llegó. Erramos en esperar por lo obvio. Lo que si llego al amanecer, un par de horas después del terremoto, fue el agua. Lenta, pero segura, avanzaba a través de la calle, inundando mi barrio de apoco con un lodo espeso.

Tuvimos suerte. La ineptitud del estado y sus instituciones no fueron suficientes para que nos llegara el agua dentro de la casa. Sólo alcanzo hasta el antejardín. Lamentablemente para muchas familias del barrio la historia no fue así y aún siguen sacando el lodo y limpiando sus pertenencias, si es que no perdieron sus casas.

Esta historia es real, podría seguir escribiendo líneas y líneas de lo que vivimos esos días, pero en este articulo solo sirve de introducción para cuestionarse las verdaderas preguntas, esas que todos los días deberían motivar nuestras mañanas y hacernos cuidar de nuestras familias.

Nunca pensé en que íbamos a morir, pero mucha gente si lo hizo. Los minutos en que estábamos en la plaza donde nos reunimos muchos vecinos, esperando algo, ni sabíamos qué pero estábamos esperando que simplente ocurriera, fueron minutos mágicos. La vida me dio una cachetada y un golpe bajo en el estomago durante dos minutos y medio para cuestioarme cosas fundamentales. ¿Estas aprovechando tu vida? Si paras ahora y miras a tu alrededor, ¿estas haciendo lo que te llena? ¿Le dijiste hoy a tu polola, tu familia, lo mucho que los quieres? Puede que de golpe no tengas otra oportunidad.

Hay películas, libros, experiencias de otros que te hacen cuestionarte esto siempre, pero nunca es tan fuerte como cuando la misma naturaleza te lo dice. Ella suele explicar con claridad, pero con una voz golpeada.

Carpe Diem. Por acá ya estamos tomando las riendas.

Las fotos fueron tomadas a un mes del terremoto.

P.d: Un abrazo fuerte a todas las familias que están sufriendo las consecuencias de este desastre.

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